No te prometo poesía, pero sí verdad

La mayoría de las páginas Sobre mí son aburridas. Lo sabes, lo sé, lo sabemos todos. 

Siempre dicen lo mismo: “Soy apasionado, entregado, un soñador profesional”. 

Tal vez no eso.

Pero parecido

Una mezcla de cursilerías que no venden ni un alfiler. 

Aquí no vas a encontrar nada de eso.

Si quieres saber cómo llegué a esto del copywriting, vuelve a la Home.

Ahí te lo conté todo: los estrellones, los giros, las palabras que venden. 

Pero si has llegado hasta aquí, tal vez te pique la curiosidad por las otras cosas.

 Las que no suelen ponerse en las páginas web, pero que hacen a uno quién es. 

Esas te las cuento ahora.

Antes un pequeño resumen de lo de la Home.

Cuando estaba en la universidad, estudiando Historia del Arte, me di cuenta de algo. 

Y no fue sobre Caravaggio o el Renacimiento flamenco. 

Me di cuenta de que no quería acabar siendo ese tipo que explica cuadros en un museo por un sueldo que apenas da para la renta, rodeado de estirados que no saben interpretar el dibujo de un niño de cinco años pero que vive de aparentarlo.

Los museos me gustan, pero no para pasar ocho horas todos los días con esa gente.

Lo mío era escribir. 

Siempre lo había sido. 

Pero escribir sin ganar dinero es un lujo que pocos se pueden permitir. Así que empecé a buscar:

¿cómo se gana uno la vida con palabras?

Y ahí apareció el copywriting.

Era la tormenta perfecta: escribir y vender. 

¿Qué más podía pedir? 

Era como juntar café y puros en una mesa con amigos. 

Una combinación que siempre funciona.

El resto en la sección: Cómo llegué a ser copywriter: una historia de giros, estrellones y letras De la Home.

En el instituto ya jugaba a ser escritor

Claro, esto no venía de la nada. 

En el instituto ya jugaba a ser escritor, aunque viéndolo con perspectiva, daba risa. 

Fundé dos grupos de escritura con mi mejor amigo: 

Los Poetas del Alma (sí, puedes reírte, yo también lo hago), que no produjo absolutamente ningún texto aparte de los que habíamos escrito cada uno por nuestra cuenta.

Y una revista llamada La Gaceta Inadvertida, que era un blogspot.

Creo que todavía la puedes buscar. 

Ambos fracasaron, por supuesto. 

Nadie nos leyó. 

Pero ahí quedó la chispa.

La certeza de que, aunque el mundo no estuviera prestando atención, yo necesitaba escribir.

Sigo escribiendo en mis ratos libres. 

Historias de terror, sobre todo.

Me gustan los relatos que incomodan. 

Pero más allá de eso, lo que de verdad me gusta es vender. Porque vender es otro tipo de narrativa: entender qué mueve a alguien, sus miedos, sus deseos. 

Y hacer que diga: “sí, esto es justo lo que quiero”.

¿Por qué soy copywriter? 

Por todo esto y lo de la Home.

Si has llegado hasta aquí, sabes lo que tienes que hacer. 

No voy a rogarte, no es mi estilo. 

Pero si quieres palabras que vendan como si el diablo las hubiese escrito, entonces dame un toque. 

No soy adivino, pero sé que si estás aquí es porque necesitas palabras que hagan el trabajo sucio. 

Y ese trabajo sucio, amigo.

Es mi especialidad.

Vamos, no muerdo. Pero tampoco trabajo gratis.

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